Diversos fabricantes se encuentran desarrollando sistemas de conducción autónoma para incorporarlos próximamente en sus vehículos. Esta tecnología no sólo hará más cómodo y placentero el manejo, sino que también elevará la seguridad, puesto que 9 de cada 10 accidentes son provocados por un error humano.
¿Cómo se logra la conducción autónoma? Estos automóviles están dotados de sensores LIDAR (Laser Imaging Detection and Ranging), cámaras, radares, sistemas de visión computarizada, mapas 3D de alta definición, algoritmos para la localización y selección de rutas, así como una gran potencia de cálculo e informática para manejar estos datos. Más allá de este complejo equipamiento, fabricar un auto de este tipo es diferente a construir uno convencional, porque se debe replicar todo lo que una persona haría al volante. De la misma manera que tenemos confianza en nosotros mismos o en otros conductores, es necesario desarrollar un sistema de "conductor virtual" que genere el mismo nivel de confianza en la toma de decisiones. La tecnología permite así que los vehículos autónomos vean, sientan, piensen y casi que actúen como humanos y hasta en algunos casos lo hacen mejor que nosotros mismos.
Visión
Para visualizar su entorno, los autos de conducción autónoma requieren de mapas 3D de altísima resolución. Estos mapas comprenden todo lo que el "conductor virtual" sabe sobre el recorrido antes de que el automóvil empiece a moverse. Ya en marcha, el coche emplea su LIDAR, radar y sensores de la cámara para escanear de manera continua todo lo que hay a su alrededor y lo compara con el mapa en 3D. Esto permite identificar la ubicación precisa del auto en la ruta y de lo que le rodea, e incluye el conocimiento que el sistema tiene sobre las leyes y señales de tránsito, por lo que está preparado para respetar a rajatabla esas normas.
Estos sensores tienen también la capacidad de detectar elementos móviles, como peatones, ciclistas y otros automóviles; inclusive pueden leer a un policía dirigiendo el tráfico. Lógicamente, esto exige sistemas de software y cálculo todavía más sofisticados para identificar y clasificar la gran variedad de posibles elementos móviles, especialmente peatones.
Alrededor
Básicamente, los sensores son como los ojos y los oídos para un ser humano. Dos sensores LIDAR, cada uno con capacidad de generar millones de haces ofrecen una visión completa de 360 grados. Su alcance aproximado es igual al largo de dos canchas de fútbol alrededor del auto. Están preparados para ver dónde está el objeto, su tamaño y qué es lo que parece ser.
Por otro lado, las cámaras identifican los objetos y leen las señales de tráfico en la calle, mientras que los radares, preparados para trabajar con lluvia, niebla o nieve, aumentan la capacidad de visión, ayudando a determinar el movimiento del objeto en comparación al auto. Todos estos datos de los sensores alimentan el "cerebro" del vehículo autónomo, para compararlo con el mapa 3D.
Decisiones
En sí, la mayoría de los autos autónomos llevan el software o cerebro en el área de carga. Allí, el equivalente a varias computadoras de alta capacidad, generan un terabyte de información cada hora, lo que es más de lo que una persona normal generaría usando un teléfono inteligente durante 45 años.
Este componente tiene la misión de procesar muchísimas variables: ¿Qué es lo que lo rodea? ¿Qué hacen los otros autos? ¿Cuál es el mejor trayecto? ¿Hay que acelerar o frenar? Todo lo que un humano piensa consciente e inconscientemente al volante, la computadora del vehículo lo realiza en milésimas de segundo.
Control
Así como nuestro cerebro controla los músculos de las manos y los pies al manejar, a través de una red de señales electrónicas se transmiten los lineamientos para que lleguen a la dirección, frenos, acelerador y transmisión. Para asegurarse que todos los sistemas electrónicos y mecánicos funcionen debidamente, se necesita de una red similar al sistema nervioso de los seres humanos. Estas funciones adicionales requieren de mucha energía. Un auto convencional no tendría la suficiente corriente eléctrica para alimentar un auto autónomo, por lo que es necesario equiparlo con baterías de alta capacidad.