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Test drive

Prueba Ford Mondeo, apuesta tecnológica

Manejamos el nuevo buque insignia del óvalo en Argentina.

Prueba Ford Mondeo, apuesta tecnológica

Hay algo curioso respecto del nuevo Ford Mondeo, y es que se lanzó primero con el nombre Fusion. Esto se debe a la política One Ford de producir solo vehículos globales, pero respetando el nombre de los diferentes mercados si ya había un modelo en ese segmento. Esta política global también marca una nueva diferencia para nosotros, ya que es la primera generación del modelo que llega al país desde México, en lugar del Viejo Continente.

 

Mecánica y seguridad

El nuevo Ford Mondeo es sutilmente más largo y ancho que la generación anterior, pero con menor altura y la misma distancia entre ejes.

En cuanto a la mecánica, la gama recibe una variante más “yankee” con un 2.5L de cuatro cilindros de 170 CV y el ya conocido 2.0L Ecoboost con inyección directa, turbo y 240 caballos. Ambos motores se asocian a una caja automática que en este caso no es la Powershift de doble embrague, sino una epicicloidal convencional de 6 cambios, escogida según Ford porque ofrece un andar más fluido.

En el apartado de seguridad, la nómina es más que completa con 7 airbags y todos los controles y ayudas electrónicas a los que se suman algunos gadgest interesantes, especialmente en la versión full, Titanium, como la acá probada. Entre las novedades están los cinturones traseros laterales con airbag incorporado (que no probamos por obvias razones) y el sistema de alerta de cambio de carril, cuyo funcionamiento describimos luego.

 

Diseño e interior

Estéticamente el nuevo Mondeo sigue los lineamientos de la generación anterior, pero ahora con los elementos del Kinetic Design versión 2.0. Estos rasgos se aprecian en la parrilla principal que se muda a la parte alta, los faros angostos, la sección central del capot elevada y la nervadura lateral bien sobresalida. El resultado es armónico y fluido, con un toque de deportividad, pero personalmente lo encuentro algo sobrecargado y con abuso de la chapa sobre el vidrio lateral.

En la cabina, el nuevo Ford Mondeo mantiene el espíritu de la generación anterior con un estilo más dinámico que elegante, que pone la tecnología en un lugar preponderante. La sección central ahora se acerca más al conductor dejando abajo un espacio portaobjetos al mejor estilo Volvo, y está coronada por una pantalla táctil de 8” con el sistema Sync.

El cuadro de instrumentos también sigue lo visto en el anterior Mondeo, con una gran sección digital, sólo que en este caso deja el velocímetro analógico al centro y lo rodea por dos pantallas.

La calidad de materiales es muy buena, no excelente, y los decorados necesitarían dejar el gris utilizado en favor de más cromo, metal y negro piano para entregar un plus de status. El ambiente no es malo, para nada, solo que en este nivel de vehículos se suele trabajar más la elegancia.

Respecto del equipamiento, la dotación de la versión Titanium tiene casi todo y se nota el esfuerzo puesto por Ford para lograr que su operación sea fácil. Algunas cosas son interesantes, como la pantalla dividida en cuatro grupos: entretenimiento, climatizador, navegador y teléfono, o el tablero con una pantalla para lo referido al viaje (computadora, configuraciones y seguridad), y la otra para la información de audio, GPS y teléfono. Algunas otras operaciones requieren demasiados pasos, como cambiar de carpeta en la reproducción de MP3 o de Viaje 1 a Viaje 2 en la computadora. Lo que me sorprendió fue el comando por voz, que esta vez funciona realmente bien, con un margen de error ahora muy pequeño ya sea para controlar la música, el teléfono, la climatización y el navegador.

 

Comportamiento dinámico

Últimamente Ford está haciendo mucho énfasis en la tecnología embarcada en sus modelos, pero desde hace mucho tiempo sus autos se caracterizan por el buen desempeño dinámico, y en este caso, el nuevo Mondeo no desentona. El 2.0 turbo no es tan refinado como un V6, pero vibra poco, acústicamente está muy bien aislado y sobre todo, siempre empuja con ganas. La caja automática es muy buena, tiene un mínimo de “resbalado” y es fluida.

En ciudad se desplaza con gran confort y poder de reacción de sobra, pero debido a sus dimensiones, el mejor hábitat del Mondeo es la ruta donde se consolida como una auténtica máquina de devorar kilómetros. A 120 km/h viaja apenas por encima de las 2.000 rpm y en la cabina solo se siente un poco de ruido aerodinámico debido a la buena insonorización de la mecánica. A esa velocidad, el consumo es de unos 8.3 L/100 km o 12 km/L, una cifra que no es espectacular, pero si buena para un auto de este tamaño y peso.

A la hora de encarar curvones, se siente un poco más rolador que la generación anterior, pero sin desmedro del agarre que es impecable. Inclusive a 200 km/h ostenta una estabilidad monolítica y cuando se pisa el freno no manifiesta ningún rasgo de incomodidad.

Un lugar destacado lo tiene el sistema que previene el cambio de carril involuntario en ruta. Básicamente el auto va monitoreando las líneas del asfalto y si nos acercamos mucho, o intentamos cruzarlas sin poner el giro, habrá vibrar el volante para avisarnos y lo girará levemente para volvernos a nuestra senda. Ojo, el sistema no nos va a llevar automáticamente por nuestro carril, si detecta que no hacemos nada pedirá que pongamos las manos en el volante. Eso sí, parece un perfecto sistema para educar a tantos conductores que viven pasando de un carril al otro sin avisarlo con los intermitentes.

 

Conclusiones

Al igual que las generaciones anteriores, el nuevo Ford Mondeo es una nave de largo alcance: insonorizado, estable, dinámico y -en la versión 2.0L Ecoboost- rápido. Además, la tecnología embarcada ocupa un lugar preponderante con varios gadgets más que interesantes. Por momentos toda esta parafernalia complica un poco el uso, por ejemplo el volante tiene tantos botones que es imposible “embocarlos” sin la necesidad de mirarlos; sin embargo, si nos concentramos en manejarlo y dejamos que los sistemas hagan lo suyo en forma automática, es un verdadero placer estar detrás de su volante.

Estéticamente tiene un toque de Aston Martin y algo del Audi A7 en su perfil, todo combinado en el mix propio del Kinetic Design 2.0 que lo hace atractivo. En la cabina llama la atención que el espacio de las plazas traseras sea algo limitado respecto de las dimensiones exteriores y faltaría un repertorio de decorados que le den un poco más de status, pero el ambiente sigue siendo bueno, cómodo y bien aislado, ideal para disfrutar en ruta abierta y con el horizonte como destino.

Hernando Calaza. Fotos: Ezequiel Las Heras recomienda