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Autos clásicos

Una noche en el museo… de Chrysler

Visitamos el museo Walter P. Chrysler en Detroit que ya no está abierto al público en general.

Una noche en el museo… de Chrysler

En medio del ajetreo del Salón de Detroit, tuvimos una noche de descanso que nos sirvió para desconectarnos de las actividades del NAIAS y visitar un lugar especial al que no cualquiera puede entrar.
Estamos hablando del museo Walter P. Chrysler, un sitio donde se encapsuló lo más importante de la historia de la marca que lleva el apellido de su fundador.

El museo cerró sus puertas al público debido a la poca afluencia, pero en una ciudad como Detroit en la que actualmente más de la mitad de la población no tiene trabajo y la crisis está a flor de piel, se entiende que hayan tomado esta medida.

El edificio del museo está prácticamente junto a las oficinas centrales de la marca en Auburn Hills, Michigan, a 40min del centro de Detroit y de no ser por las luces encendidas, juraríamos que no había nadie.

El espacio de exhibición no es muy grande y está dividido por las etapas de la marca. En la planta baja encontramos la primera fase de Chrysler y el surgimiento del nombre. Ahí, encontramos el primer modelo con el nombre Chrysler, el cual estaba programado para hacer su debut en el Salón de Detroit en 1924 pero la producción se retrasó y por pocos minutos no pudo estar en el piso de exhibición. Entonces, Walter P. Chrysler tuvo que mostrar su última creación en la calle.

En este primer piso encontramos algunas de las innovaciones que aportó Chrysler a la industria automotriz como los soportes de motor “flotantes” que absorbían las vibraciones del tren motriz o la cabeza hemisférica (HEMI) que ayudaba a una mejor combustión en las cámaras. También pudimos apreciar verdaderas rarezas en materia de motores, como el 30 cilindros que fabricaron para un tanque en la primera guerra mundial, que se conformaba de cinco motores de seis cilindros en línea conectados a un mismo cigüeñal y que funcionaba con gas (algo muy riesgoso en una zona de guerra, así que si los operadores notaban una fuga tenían que abandonar cuanto antes el tanque) y el V16 invertido que desarrollaron para la industria aeronáutica y del que sólo se fabricaron tres (sólo sobrevive este ejemplar) ya que el ejército se decidió por la tecnología de turbina para sus aviones de combate.

En el segundo nivel están modelos más contemporáneos como el Dodge Super Bee y Charger R/T, incluso ejemplares en excelentes condiciones del Dart K y la primer Plymouth Voyager que nos transportaron a una época más actual pero que sin duda nos trajo recuerdos. Fue en este piso que también encontramos un 300 G de 1961 y el mítico Chrylser Turbine, uno de los autos más avanzados para su época, con motor de turbina que podía funcionar hasta con Chanel No.5.

Finalmente llegamos al sótano mediante un elevador industrial que sirve para mover los autos de la colección. En la parte más baja del museo encontramos la historia en el automovilismo del Grupo Chrysler y mi parte favorita del museo. Acá encontramos todas las generaciones del Viper preparados para las pistas, colocados en el Viper Café (un lugar que funcionó como cafetería para los visitantes del museo); también encontramos un Jeep CJ en perfectas condiciones, el Dodge La Femme con todos sus accesorios, un Dodge Shelby Charger Turbo, una colección de pick-ups de Dodge, los modelos de American Motors, un Plymouth Prowler (uno de los autos que en mi infancia colgaban de la pared en forma de póster), el Dodge-PPG M4S que sirvió como Pace Car para Indy, prototipos para Le Mans y hasta un Chrysler Saratoga Club Coupé que corrió en la segunda edición de La Carrera Panamericana; todos en perfecto estado como si acabaran de salir de la línea de producción.

Sin duda esta fue una gran experiencia que nos sirvió para recordar todas esas cosas en las que Chrysler se ha destacado, también a revivir momentos de nuestra infancia y de cuando empezamos nuestra pasión por los autos. Es una lástima que un lugar así haya tenido que cerrar, pero nos sentimos realmente afortunados de haber podido recorrer esta colección.

Como el lugar permanece cerrado al público, nos aseguramos de fotografiar todo lo que pudimos, estas fotos las podrás apreciar en nuestra galería adjunta, ¡no te la podés perder!

 

 

Héctor Mañón Texto y Fotos recomienda