Invitados por CORSA, pudimos ponernos tras el volante de un auto de competición, específicamente de un integrante de la FIAT Linea Competizione, la categoría monomarca que acompañó al TC2000 en todas sus carreras hasta el 2012, cuando fue reemplazada por la Abarth Punto Competizione.
El lugar elegido fue el mítico autódromo Oscar y Juan Gálvez, en la Ciudad de Buenos Aires. El circuito improvisado incluía la S de Senna, la entrada a los mixtos, la “viborita” y por último la curva del Ombú. No era un trazado que aprovechara completamente la amplitud del autódromo, pero la diversidad de curvas prometía diversión y los autos también.
Antes de empezar, tuvimos una charla a cargo del ex piloto y multicampeón del Turismo Nacional Omar Darío Bonomo, que nos aclaró que no se iban a cronometrar tiempos para no despertar ningún animal interior que destruyera los autos en la pista mediante algún sobrepaso mal calculado. Nos dio algunos consejos con respecto a las marchas con las que debíamos tomar las curvas, el funcionamiento del limitador de revoluciones y esencialmente nos pidió que disfrutáramos la oportunidad de divertirnos en un autódromo legendario, sin necesidad de la licencia de piloto ni el apto médico necesarios para competir allí.
Los vehículos en cuestión son FIAT Línea con un marcado trabajo de suspensión y aerodinámica, como así también en su motor, que suena llamativamente ronco y ruidoso, producto de las modificaciones en el escape y la admisión. Personalmente, no esperaba mucho de un vehículo impulsado por un 1.9L de 150 CV acoplado a la misma caja que trae de serie (aunque con embrague optimizado) pero lo cierto es que en la primer curva me llevé una grata sorpresa; al auto le sobra grip, producto de los neumáticos lisos.
Encontrar el límite de agarre es particularmente difícil, ya que el auto va más allá de los límites a los que uno acostumbra escuchar chirrar las gomas. Si bien la trompa responde yéndose hacia afuera al hundir el acelerador, el agarre da confianza para exigirle al auto maniobras "imposibles", sin embargo, algunos compañeros de pista se pasaron de confianza y en algunos sectores podaron al crecido pasto del Gálvez.
El ahorro de 200 Kg. con respecto al modelo de serie se nota más que nada en el interior, donde casi todos los componentes fueron removidos, desde plásticos hasta paneles de puertas, para dar lugar a las butacas, la jaula de seguridad y un volante desmontable que haría suspirar a cualquier amante del tuning.
La jornada duró unas dos horas y se extendió hasta que se ocultó completamente el sol, ya que éramos varios los que hacíamos fila para disfrutar un par de vueltas arriba del FIAT. Con cada vuelta siendo más rápida que la anterior, conociendo cada vez más las capacidades del auto, la pista y de uno mismo, la verdad es que daban muy pocas ganas de bajarse. Es más, me bajé del auto convencido de que había varias curvas en las que podría haber pasado a fondo, pero mi pie derecho se comportó de una forma mas racional de la que esperaba.
Después de esa experiencia, subirse al auto de todos los días puede ser algo decepcionante, pero la alegría de cumplirle el sueño al niño interior queda en la mente como un tatuaje. La reflexión al final del día es que en los autos no importa la velocidad, la potencia, los componentes caros o el aspecto exterior, lo importante es que sea divertido al manejar y vaya que el FIAT Linea (quién lo diría) lo fué.
Cámara on-board mientras manejábamos el FIAT Linea Competizione