Introducción
La familia Megane nace a mediados de los 90s cuando llegó para remplazar al R19 introduciendo rasgos estéticos del Laguna. Luego de generar una amplia familia, incluyendo al revolucionario Scenic, la segunda generación del mediano francés se destacó por el particular remate de su baúl. Sin embargo, Argentina perdía la producción del modelo que llegaba de Brasil solo en variante sedán, y la silueta hatchback tuvo una venta limitada en el país.
En su generación actual, la familia Megane se separa de la variante tricuerpo, el Fluence producido localmente, pero se presentaron al mismo tiempo en Argentina. Importado de Turquía, comparte mecánica con el tricuerpo, pero se diferencia por el nombre, la estética frontal y detalles técnicos como una distancia entre ejes más corta.
Diseño
Dejando de lado la parte posterior, donde el Fluence ofrece un tercer volumen, el Megane es muy similar. Ambos comparten una línea metálica que, a juicio personal, es demasiado elevada. Lo mismo sucede con las superficies limpias y el trazo sinuoso lateral que parte desde el guardabarros delantero aportando seducción a la carrocería.
La diferencia radical está en el frente, mientras el Fluence apuesta a un capó más suave en los bordes y luces horizontales, el del Megane III tiene formato de escudo, con lomos elevados y airsta central. Las luces son verticales, con pestaña a lo Amy Winehouse y tiene continuidad visual en la parrilla, algo anticipado en concepts de la marca como el –vaya coincidencia- Fluence. Comparado con el Megane II, la zaga es convencional, con mucha presencia metálica y más fácil de digerir por el público masivo.
Interior y Equipamiento
Puertas adentro el Megane III ofrece un panorama casi idéntico al del Fluence, en ambos casos se destaca la calidad, con plásticos esponjosos en la parte superior y buen cuidado en los encastres. Estéticamente sigue los últimos preceptos de la marca con superficies despojadas y trazos fluidos de contornos variables, como el decorado metálico que recorre el tablero.
Los asientos son cómodos y no aportan gran contención lateral, en parte debido al cuero, también presente en volante y contrapuertas. En cuanto al espacio hay suficiente en todas las posiciones y el baúl de 368 dm3 califica como correcto a secas.
Siguiendo la tendencia iniciada por Renault con el Laguna II, el Megane III viene cargado con una batería de gadgets o trucos más que atractiva. Se destacan la apertura y encendido sin llave, los sensores de luz y lluvia, control de velocidad crucero con limitador voluntario y sensor de presión de neumáticos.
La vedette es el navegador con pantalla integrada al tablero. Los detractores indican que llegará un punto donde no se podrá actualizar más el sistema; del lado positivo está la pantalla grande, situada en el lugar correcto. Su operación no se realiza mediante un control remoto. Esta no es la mejor solución y sus pocos botones parecen indicar dificultad, pero con un poco de práctica es sencillo, especialmente desde el asiento del acompañante. El estéreo requiere entender la particular idiosincrasia del sistema antes de poder navegar correctamente sus menús.
Mecánica
Al igual que su hermano sedán producido en argentina, el Megane III utiliza el nuevo 2.0L 16V procedente de la Alianza con Nissan. El cuatro cilindros está unido a una transmisión manual de 6 relaciones, sin la posibilidad de la caja CVT ofrecida en Fluence. Más interesante que los 143 CV a 6.000 rpm y los 195 Nm a 3.700 giros, es la forma en la que los entrega, libre de vibraciones y bien distribuido a lo largo de todo el rango de funcionamiento.
Una caracterísitca notoria es la facilidad para para subir rpm. En parte colabora la relación corta de la caja, que inclusive en 6° pide casi 3.500 rpm a 120 km/h reales (125 de velocímetro). No obstante el consumo es contenido y la rumorosidad baja, con un zumbido lejano del motor.
Conducción
La posición de manejo ideal se alcanza fácilmente mediante regulaciones de altura para dirección y asiento, y de profundidad para el timón. La visibilidad es buena, especialmente hacia adelante y limitada en las diagonales posteriores por la cintura elevada. Los espejos exteriores son grandes, pero la información que aportan resulta escasa por lo que se agradecen los sensores de estacionamiento.
El cuadro de instrumentos tiene grandes relojes, extrañamente recostados, que tienen el buen tino de utilizar el amarillo Renault para las agujas en lugar del clásico rojo.
El Megane III marca un cambio de filosofía respecto de sus dos antecesores en el calibrado de suspensiones, mucho más enfocado hacia la estabilidad. Si bien conserva los esquemas McPherson delantero y por viga de torsión atrás, la firmeza es superior, inclusive respecto del Fluence donde el compromiso con el confort es más equitativo. Esto no quiere decir que no sea cómodo, o que sea un GTi, pero aporta algo en lo que sus antecesores no fueron muy lúcidos, entretenimiento para el conductor.
El menor peso respecto del Fluence y la distancia entre ejes más corta también se hacen sentir más atlético. La dirección, extremadamente blanda a bajas velocidades, se endurece a tal punto en ruta que logra un correcto tacto, algo donde el anterior Megane no se lucia. Lo mismo sucede con el tacto de los pedales, especialmente el del freno.
Conclusión
El Megane III es superior a sus antecesores en todo sentido. No tendrá el valor histórico la primera generación, ni el impacto visual de la anterior, pero es mecánicamente refinado, la calidad del interior está al mejor nivel del segmento y dinámicamente es el primero de su familia en aportar entretenimiento al conductor.
Quienes busquen todo lo anterior, y quieran tener “trucos” diferenciales como el sensor de presión de neumáticos o un GPS integrado tiene en el Megane III su mejor opción. Su precio no es el más barato, pero si desea compararlo con la competencia puede hacerlo en el Comparador de Autos, en la sección Autos Nuevos de Autocosmos.com haciendo un click aquí.